La diversidad como fuente de fortalezas
Compartimos el relato de nuestro socio y fundador, Marcelo Da Costa Porto, cuando tuvo la oportunidad de trabajar para la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, como experto de la Organización Mundial de Aduanas.
Cuando uno se especializa en planificación estratégica y desarrollo de capacidades, estudia las teorías más aceptadas y aprende los diversos métodos y herramientas disponibles para una buena gestión organizacional.
Se trata, en términos muy generales, de hacer posible la imagen de
futuro de la organización, tomando en cuenta el entorno y las
espectativas de los grupos de interés, aprovechando las capacidades
disponibles o a desarrollar en el proceso.
Sin embargo, en el proceso estratégico siempre surgen dificultades, manifestadas de diferente forma, desde diversos actores y en distintos momentos. Es allí que se ponen a prueba los cimientos sobre los que se construye el plan estratégico: los valores que moldean la cultura, el compromiso y habilidades de los participantes y la capacidad de reflexión y construcción colectiva.
En este breve artículo comparto lo vivido y aprendido en mi última misión para la Organización Mundial de Aduanas (OMA) en África, destacando justamente la importancia que tienen en un proceso de diseño estratégico, los valores organizacionales y la construcción basada en fortalezas y en el aprovechamiento de la diversidad.
Cuando recibí la amable invitación de la Organización Mundial de Aduanas para facilitar el proceso de elaboración del plan estratégico para la Conferencia de Directores Generales de Aduanas de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), supe de inmediato que estaba frente a un gran desafío, tanto profesional, como cultural.
... y así fue.
Una de las primeras interrogantes que necesitaba responder tenía que ver con un aspecto central: ¿qué se puede lograr con una comunión de países cuyo único elemento común es una historia que los vincula y el hablar un mismo idioma?
Se trataba de una duda que, si bien no me impidió avanzar en el estudio de los antecedentes y diagnósticos previos, no me permitiría construir un modelo implementable, factible.
Fue luego de mantener conversaciones a fondo con cada participante en el encuentro realizado en Maputo (Mozambique), donde pude finalmente entender qué hay en el corazón de la CPLP.
La respuesta estaba en el ánimo de los participantes, en el orgullo de formar parte, en la libertad de elegir, en el compromiso con una comunidad que merecía un futuro mejor, en el concepto más profundo de colaboración y diversidad.
Supe de inmediato que el desafío era mucho más que cocrear un sistema de creencias, lineamientos y un sistema para el control de la gestión. Se trataba de elaborar un instrumento de cohesión que alineara esfuerzos y que fuera representativo de las partes componentes y sus intereses, aunque fueran realidades tan disímiles, a pesar de que sus países integrantes tuvieran pie en cuatro continentes.
Las jornadas iniciales transcurrieron con normalidad, intercambiando opiniones, alineando expectativas, compartiendo conocimiento y dándonos la oportunidad de acercar nuestros intereses. De a poco fueron surgiendo los primeros acuerdos, se fue ganando confianza, se comenzaron a escuchar todas las voces y las diferentes perspectivas fueron reclamando el lugar que merecen.
Fue extraordinario y contundente el momento en que surgió la conexión necesaria para comenzar a proyectar el futuro. Se habilitó el espacio que permitió conversaciones francas, el debate de ideas, el diseño del camino común y donde algunos cedieron sus posiciones en pos de la construcción conjunta, mucho más valiosa, más factible.
Se aprobaron las declaraciones de Misión, Visión, Valores, se diagramaron los objetivos estratégicos en función a lineamientos claros, y se generó una primera versión de indicadores de medición y proyectos estratégicos.
Pero lo más destacable, fue el cómo se alcanzaron.
Se hizo participativamente, con un pie en cada continente, en cada realidad, valorando las formas y los contenidos, y en consonancia absoluta de aquello que da soporte a la CPLP: el orgullo, la libertad, la colaboración, la diversidad y el construir colectivo.
Los trabajos continuaron vía remota y se afianzaron resultados en un nuevo encuentro en Luanda (Angola) donde, si bien tuvo un énfasis más técnico y de mucho análisis de información y elaboración de documentos, se percibía el espíritu colaborativo forjado algunos meses atrás.
Luego de vivida la experiencia me dí el tiempo para repasar otros proyectos exitosos en los que tuve la fortuna de participar, buscando encontrar factores en común. También lo hice volviendo sobre viejos apuntes y algunos libros que siempre tengo a mano.
Como pueden imaginar, el espíritu colaborativo, el aprovechar la diversidad, el dar el tiempo a la reflexión, el comprometerse con una causa, son recetas para el éxito, incluso más que los recursos, la disponibilidad financiera o los elementos técnicos.
Eso fue lo vivido en el proceso de construcción estratégica para la CPLP
Para finalizar, me gustaría felicitar a quienes participaron de este proceso de un modo u otro, haciéndoles llegar el deseo de más éxitos en la generación de nuevas oportunidades para los países miembros e invitándolos a apoyarse explícitamente en aquello que los identifica, que los convoca, porque allí seguramente se encuentre la respuesta a nuevas interrogantes y la guía para continuar construyendo el mejor camino para sus sociedades.
Muchas gracias a las autoridades de la OMA, de la Aduana de Uruguay y de la CPLP por la oportunidad brindada.